Son
en la actualidad unas seis mil quinientas las lenguas que se hablan en
nuestro mundo. De ellas, solamente veinticinco pueden considerarse
importantes
por su extensión y por su producción escrita.
La
pregunta que ha preocupado siempre a pensadores y lingüistas es
inmediata:
¿De
dónde
surgió tal diversidad? ¿Cuál fue el origen de todas las lenguas?
Desde
que Charles Robert Darwln, en el año 1871, escribía la frase: "Creemos
que la facultad
del
lenguaj e articulado no ofrece tampoco seria objeción a la hipótesis de
que el hombre
desci enda
de una forma inferior", en su famosa obra "El origen del hombre", se
han
venido
publicando
ton eladas de libros en favor de esta teoría: La teoría de la evolución
del lenguaje,
según
la cual la enorme variedad de lenguas que existen actualmente se
habrían
originado a
partir
de los g ruñidos y gritos intermitentes de los monos antecesores -según
el transformismo
del
hombre.
Se
ha supuesto, que los hombres empezaron por imitar los sonidos que oían
en los animales
(bú-bú),
o a lanzar gritos emocionales instintivos (pú, pú) o cantos de
sincronización
al trabajar
en
equipo (yo-je-jo), más o menos como los remeros del Volga, y
todo
esto dio origen al
lenguaje.
Engels,
en su "Dialéctica de la naturaleza" dice: "... los hombres en formación
llegaron a un punto en que tuvieron necesidad de decirse algo los unos
a los otros. La necesidad creó el órgano. La laringe poco desarrollada
del mono se fue transformando... mientras los órganos de la boca
aprendían
a pronunciar un sonido tras otro."
Y
esto es, en definitiva, lo que se acepta hoy. Mayoritariamente se cree,
se escribe y se enseña que de los gruñidos han surgido las modernas
gramáticas;
de lo simple lo complejo y de lo primitivo lo civilizado.
Hasta
tal punto esto es así que los modernos métodos "científicos" para la
investigación
del origen del lenguaje se centran en la observación de los recién
nacidos,
desde sus primeros balbuceos, y en el estudio de retrasados mentales,
pues
según Maistre (1963), estos deficientes nos marcarían las etapas por
las
que la inteligencia humana tuvo que pasar para conseguir hablar.
Pero
¿estamos ya en condiciones de responder a la pregunta inicial? ¿Es la
teoría
de la evolución del lenguaje la explicación científica definitiva al
problema
del origen de las lenguas? Pues parece que no; la cosa no es tan simple
como creían Darwin, Engels y sus correligionarios.
SE
PROHIBE HABLAR SOBRE EL ORIGEN DEL LENGUAJE
La
ciencia que estudia las leyes humanas del lenguaje (Lingüística), acabó
desechando -ya
siglo
pasado- el problema del origen de las lenguas, por considerarlo
incompatible con la
objetividad
científica.
Así,
en el año 1866, la Sociedad Lingüística de París prohibió en sus
estatutos
que se tratase
sobre
el tema en cuestión, negándose a aceptar cualquier comunicación en éste
sentido, el
problema
supera los límites de la observación científica. Se afirmaba que
cualquier
discusión
acerca
del origen del lenguaje no es más que una mera especulación.
Desde
ese momento, los lingüistas se han interesado más por el funcionamiento
de las lenguas que por su origen.
Así
pues, para la ciencia actual los orígenes del lenguaje articulado
constituye
un verdadero
enigma;
pero ¿quiere esto decir que los lingüistas se muestran asépticos al
problema,
que no
profesan,
sostienen y enseñan ninguna hipótesis sobre este origen?. Bueno, esto
ya
es otra cosa,
porque
a pesar que los hombres de ciencia como tal no pueden decir nada al
respecto,
los
hombres
de ciencia sí dicen y enseñan lo que creen; y lo que ''creen"' -valga
la
expresión, ya que
se
trata de un acto de fe, sin base histórica, ni factual- es precisamente
la teoría de la evolución
del
lenguaje: un mono que se hizo inteligente, dejó de gruñir y empezó a
hablar.
TEORIA
DE LA EVOLUCÓN DEL LENGUAJE: CRITICA
Vamos
a pasar .revista a algunos hechos que podemos observar en la
actualidad,
para comprobar si concuerdan con lo que nos propone esta teoría.
En
primer lugar, notemos que los lenguajes escritos más antiguos que nos
han
llegado suelen ser los más difíciles y complicados. Es de todos
conocido
que el griego clásico es más difícil que el griego moderno; el latín
mas
que el castellano, el francés o el inglés, y el chino antiguo mucho más
que el chino moderno. Incluso, si comparamos. los más antiguos entre
sí,
resulta que el griego clásico, anterior 600 años al latín, era más
complicado
que éste, y si nos remontamos al Sánscrito Veda (1.500 a.C.) la
dificultad
es increíblemente superior, ya que, por ejemplo, cada verbo poseía 500
partes (compárese con el ingles, en él que cada verbo solo posee 5
partes).
¿Qué nos viene a decir este hecho?
Pensemos
un momento... si la teoría de la evolución fuera verdad, deberíamos
esperar
que las
lenguas
antiguas fuesen mas simples que las modernas, ya que -según la teoría-
de los simple
se
evoluciona a lo complejo. Pero esto no es lo que podemos observar, sino
más bien todo lo contrario.
Si
estudiamos detenidamente las lenguas modernas podemos observar una
creciente
degeneración
de las lenguas primitivas, una simplificación a partir de un idioma
complicado.
El
eminente filólogo inglés Richard Chevenix Trench, después de estudiar
numerosas
lenguas nativas en distintas misiones por todo el mundo, dijo que en
cada
caso se trataba de las ruinas de un pasado mejor y mas noble. A medida
que cambian las costumbres en una civilización, ciertas palabras se
pierden
primero del uso y después de la memoria.
En
la India existe el descendiente más directo del Sánscrito, el Hindi,
que
tiene solamente 400 años de antigüedad y es considerado como el idioma
más fácil de aprender de toda la India.
La
conclusión es evidente: En los distintos lenguajes a través del tiempo,
la dirección es siempre la misma: de lo complicado a lo simple, y nunca
al revés.
El
segundo hecho en el que podemos fijarnos, es que los lenguajes hablados
por pueblos considerados "primitivos" son con frecuencia mas complejos
que los hablados por personas civilizadas. Así por ejemplo: los
Yagaanos
de la Tierra de Fuego, -tribu nómada- poseen 30,000 palabras en su
vocabulario,
casi como los Zulúes de Sudáfrica.
La
lengua Aymará del Perú tiene la posibilidad de expresar casi cada raíz
verbal en 100,000
combinaciones
distintas.
Algunos
lenguajes Bantúes poseen una gramática más compleja que el griego,
tienen
20 clases de nombres y cada adjetivo tiene que concordar con el nombre
al que modifica.
Los
esquimales utilizan 63 formas para el presente y sus nombres
“simples”
tienen 252 desinencias (finales de palabra distintos, ejemplo: mesa,
mesita,
mesaza, etc.).
Desde
luego, esto tampoco encaja con la pretendida evolución del lenguaje a
partir
de estructuras monosilábicas, pues seria de esperar que los pueblos
"primitivos"
tuviesen también un lenguaje primitivo y simple. Pero los hechos nos
dicen
de nuevo que esto no es así.
Otro
ultimo dato a tener en cuenta es la existencia en el mundo de cincuenta
familias de lenguajes diferentes que no parecen tener ninguna relación
entre sí, por ejemplo: la familia Indoeuropa (que comprende a su vez
otras
70 lenguas), la Sinotibetana, Semítico-camítica, Dravidiana,
Uralaltaica,
Japonesa, Malayo-polinesia, Bantú, Austro-asiática y aproximadamente
cuarenta
más, algunas de las cuales se hablan en grupos pequeños, como el
vascuence,
de la zona vasco-navarra, que parece no tener ningún "antepasado", ni
ningún
"descendiente".
Entre
todas estas familias no existen evidencias do pertenecer a un tronco
común
o de tener algún
tipo
de relación histórica; pero a pesar de ello, los antropólogos admiten
la
unidad de la raza; entonces ¿por qué son tan distintos nuestros idiomas?
La
teoría de la evolución del lenguaje no tiene respuesta a esta pregunta.
Pero si descartamos esta teoría, aparece una posible respuesta, que de
antigua ya casi habíamos olvidado: la historia de la Torre de Babel de.
Todos
estos hechos que acabamos de comentar -y otros que la brevedad de este
artículo no nos permite tratar- constituyen un problema para la teoría
de la evolución del lenguaje articulado, pero sin embargo concuerdan
perfectamente
con el registro bíblico.
La
Biblia nos dice que el lenguaje fue un don de Dios dado al primer
hombre.
Adán no tiene que realizar todo un proceso de aprendizaje, pasando por
etapas de balbuceos, gritos o gruñidos, antes de pronunciar la primera
palabra correcta, sino que en el mismo acto creador le es infundida una
lengua perfecta y compleja.
Inmediatamente,
el padre de la humanidad es capaz de comprender órdenes verbales, de
hablar
con su compañera, de poner nombre a todos los animales -los zoólogos
saben
bien lo difícil que puede resultar esta labor- y de comunicarse con
Dios.
Según
el primer versículo del capítulo 11 de Génesis, parece que
“toda
la tierra era de una misma lengua...", pero esto no duró mucho; cien
años
después del diluvio universal, el Creador efectuó un milagro de juicio.
Los
hombres se rebelan contra El, los descendientes de Noé no quieren
obedecer
el mandato de Dios de "llenar la tierra" (9:1) y Dios
tiene
que actuar. Confusión instantánea y total del primitivo lenguaje, para
que no se pudieran entender unos con otros y no tuvieran más remedio
que
dispersarse.
Este
es, según la Biblia, el verdadero origen de las lenguas.
En
la misma Torre de Babel Dios disgregó el lenguaje original, que había
otorgado
a Adán, en los aproximadamente cincuenta lenguajes principales que hoy
los lingüistas no consiguen relacionar entre sí, todos igualmente
complejos y mutuamente incomprensibles.
Surgen
así el japonés, el árabe, el bantú, etc., modos completamente distintos
de comunicación verbal. Desde luego, es muy cierto que un español, un
inglés,
un alemán o un francés que no conociesen las lenguas de sus vecinos, no
se podrían entender en absoluto con ellos; pero la evidencia demuestra
que probablemente Dios no actuó dividiendo idiomas de una misma
familia,
en este caso, la Indoeuropea, sino que se centró en la separación,
rotunda
y radical de las principales familias, que luego, con el tiempo, cada
una
por separado, originarían el total de las lenguas de la actualidad.
En
el transcurso de los siglos, algunas tribus aprenderían a escribir y
dejarían
así constancia de su lenguaje (griego); otras se perderían en la jungla
y no desarrollarían ningún sistema de escritura, pero aún así, la
transmisión
oral nos permite comprobar que sus lenguas son reliquias de un pasado
glorioso.
Esto
es lo que dice la Biblia y lo que nosotros creemos.
La
oscura incógnita que se cierne en nuestros días sobre el tema de los
orígenes
de las lenguas, este verdadero enigma que ha hecho abandonar la toalla
a numerosos investigadores, se ha producido y se continúa manteniendo
como
consecuencia del fracaso de arqueólogos, lingüistas y antropólogos, al
pretender obstinadamente explicar este origen, en términos
evolucionistas.
La
gran diversidad de lenguas que existe en la actualidad no es una obra
-como
muchos creen- del ingenio humano, sino todo lo contrario: de su pecado,
la rebeldía del hombre a la voluntad de Dios, algo que, por desgracia,
todavía no hemos superado.
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